Texto: Ramón Cordero G.
Diseño gráfico: Catherine Zúñiga Andrew
Introducción
Los
malos hábitos alimenticios se construyen desde la infancia, y comer
deprisa es uno de ellos. Hoy día, cualquier especialista en nutrición
coincide en que ésta, tan mala como extendida costumbre, es causa
de problemas para realizar la digestión, pero también es
un factor que contribuye a incrementar los índices de sobrepeso.
Engullimos con rapidez y eso favorece que también lo hagamos con
porciones mayores.
Lo curioso es que ambas situaciones podrían ser evitadas de manera
muy sencilla, si tan sólo modificáramos nuestras costumbres,
luego de tomar conciencia de lo que hacemos mal.
La sensación de hambre es un poderoso motivador para comer con
voracidad y tratar de engullir lo más posible en un lapso corto,
intentando hacer desaparecer el reclamo de nuestro estómago. Si
a ello le sumamos los horarios restringidos y la prisa que caracteriza
a la vida actual en las grandes ciudades, no hacemos más que atentar
contra nuestro bienestar al reforzar lo que aprendimos de niños.
|