Envolturas y moños
A pesar de que todos sabemos que el afecto no requiere de que lo
representemos en una compra de regalos, qué difícil
es sustraerse a la tentación de hacerlo cuando el ambiente
que nos rodea invita y, además, sentimos que tenemos dinero
como para solventarlo, o al menos el “poder de nuestra firma”
con una tarjeta
de plástico.
Tenemos otra manía, la del adorno. Nos parece
que si el artículo en cuestión no está debidamente
envuelto con un papel de destellos brillantes o una evocativa ilustración,
no es regalo. Claro, un moño realza un poco más.
Sin contar el regalo o su costo, haga cuentas de
lo que usted dio y también de aquello recibido, pero en términos
de los adornos que seguramente terminaron en el bote de la basura.
¿Cuántos pliegos de papel dignos de mejores causas
y cuántos metros de listón o celofán?
Siga sumando para terminar la lectura con un saldo
total del desperdicio.
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