¿Cómo llega todo esto si se supone que somos limpios?

Es inevitable: una parte importante llega con el viento a través de las ventanas y los resquicios de las puertas, lo que de cualquier manera haría poco recomendable intentar el aislamiento hermético de la vivienda. También la ventilación es necesaria.

            Otra buena proporción viaja en los zapatos. Imagine la cantidad de suciedad que pueden recoger a lo largo de un recorrido: desde simple tierra y hasta excremento de mascotas. Si quiere comprobar esto, bastaría con que sacudiera su calzado, con un cepillo, sobre una hoja de papel blanco. Eso es lo que mete a su casa cada vez que llega del exterior y deambula sobre la alfombra, cuando carece de un tapete de entrada con fibras largas y duras que desprendan y retengan las partículas.

            Las mascotas también traen lo suyo. Un perro por ejemplo ha estado correteando en el jardín y rascado tierra cuando pretende cubrir sus desechos. Piense en lo que carga entre cojinetes plantarios, uñas y pelo, así como la deposición que  hace al revolcarse en la alfombra. Sin duda es un importante contribuyente en el incremento de la colección de porquerías.

            Huela a su perro y notará que, aún sin sudar, no tiene precisamente el aroma de un campo florido. Frote su pelo y las patas con un trapo limpio para constatar lo que carga y generosamente desparrama en casa.