Luis,
el de la tienda, juraba y perjuraba que lo que a Juanito le faltaba
eran unos anteojos. El mismo se ponía como ejemplo del fracaso
escolar. A los 18 años y luego de haberse quedado en el cuarto
grado de primaria, cuando intentó conseguir su primera licencia
de manejo, descubrió que era completamente miope.
La
prima Luisa era más terminante:
-Mira,
prima: no te lo tomes tan a pecho, igual y Juanito sí tiene un
problema mental, al fin y al cabo es hijo de su papá. Sí,
es duro aceptarlo, pero ya ves: hasta tu marido encontró una
buena mujer como tú, así que no será algo tan grave.
Con que le prepares de cuando en cuando un caldo de cabezas de pescado,
por aquello del fósforo, así como te lo recomendé
cuando te casaste, pues ya verás que mejora.