Este trabajo es producto de la investigación acerca de significaciones sociales, los valores y creencias en torno a la sexualidad en tres generaciones de mujeres mexicanas: la abuela, la madre y la hija.

Las reflexiones que aquí se asientan parten de dos consideraciones prioritarias. La primera consiste en el deseo de comprender alguna relación entre condiciones sociales, culturales, institucionales y familiares con la construcción y definición de los sujetos de sexualidad femeninos. Esto es, aventurarse dentro de algunos aspectos entre los que se debate y tensiona la subjetividad de las mujeres. Se trata, por un lado, de internarse dentro de los modos en que las mujeres se conciben, se representan, se entienden a partir del ejercicio de su sexualidad, destacando las voces sociales que atraviesan sus decisiones y sus dilemas frente a la sexualidad. Se busca conocer los paradigmas que definen su ser sexual y las prácticas o instituciones cotidianas que lo regulan y organizan. Por otro lado, se intenta explorar las formas de resistencia que las mujeres mismas oponen a tales instituciones, los cambios y permanencias de significaciones y sentidos que atienden a la construcción de su ser como mujeres durante el proceso de tres generaciones. En síntesis, el interés del estudio reside en indagar las continuidades o discontinuidades dentro del propio proceso de subjetivación de las mujeres.

La segunda consideración que da sentido a estos planteamientos se desprende de la ingente necesidad de apoyar la atención de la salud de las mujeres, especialmente la referida al campo de la sexualidad y la reproducción. Los grupos feministas mexicanos han incorporado como motivos de lucha, de tiempo atrás, los problemas de la violencia sexual, el aborto o el derecho a decidir sobre la fecundidad. Sin embargo, es hasta fechas recientes cuando estos colectivos han efectuado acciones dirigidas a debatir pública y políticamente la problemática de salud de las mujeres (Ortiz-Ortega, 1995).

En las últimas décadas, a los malestares de salud de las mujeres se agrega el serio problema del SIDA. En nuestro país domina una cultura de género inequitativa, que se expresa en diversas formas de relaciones desbalanceadas y asimétricas, como en el ejercicio de la sexualidad; tales condiciones han situado a las mujeres en una posición muy vulnerable frente al contagio de esta pandemia (Del Río, García, Valdespino, Liguori, Rodríguez y Sepúlveda, 1995).

En la actualidad se reconoce que la problemática de la salud reproductiva está íntimamente ligada y anclada en la diversidad de dimensiones sociales, culturales e institucionales, desbordando las ideas que proponen contenerla dentro de un estricto marco de atención médica. Aspectos como el ejercicio de poder entre los géneros, desde donde se definen y perpetúan los comportamientos sexuales, la apropiación del cuerpo como un campo de decisión personal, la responsabilidad de la paternidad, las formas de negociación conyugal y las posibilidades de acceso a la información son algunos de los elementos que intervienen en este complejo asunto. Pero sabemos que no basta con mencionarlos o reconocerlos como aspectos en donde se ancla la salud reproductiva, sino que se hace necesario incorporarlos como razones públicas desde las cuales pensar e imaginar otras perspectivas que ofrezcan respuestas a las mujeres. Es necesario desmontar o desarmar las estrategias y técnicas de poder del Estado (silenciamiento, naturalización, desviación, exclusión) que individualizan los problemas públicos -en este caso el de la salud sexual y reproductiva- y los reenvían al ámbito doméstico reciclándolos dentro de las familias y las parejas como asuntos de responsabilidad individual (Fernández, 1993).

En razón de lo dicho, pensamos que vale la pena dar cabida a las voces de las mujeres, a las narraciones de sus experiencias, a los testimonios que nos ofrecen para fundamentar y sostener propuestas que fragüen en demandas dirigidas a las instancias sociales pertinentes. Asimismo, que muestren las condiciones de vida de las mujeres, sus posibilidades de decisión, las formas de negociación en la pareja, los autoritarismos a los que se han visto sometidas y los caminos que algunas de ellas han seguido para enfrentar y resistir severas imposiciones y mandatos. Pensamos que la exploración sobre estos asuntos puede situar a las propias mujeres en un lugar desde el cual mirarse y reconocer cambios efectuados en sus condiciones de vida en familia y pareja, así como ilustrar, en alguna medida, el proceso de ser sujetos de sexualidad.

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